19 dic 2018

130.- Arévalo "# Me Too"





Estamos siendo testigos en los últimos tiempos de una mal llamada ola de violencia de género, definición incorrecta, (porque la violencia la cometen las personas, no el género). Hemos de llamarla, violencia sexual, o doméstica; hay muchas formas de definirlo, y no estoy hablando de nuestro país solamente, son agresiones por llamarlo de alguna forma que sacuden al mundo.  En países del tercer mundo se daba esta circunstancia, o estábamos convencidos de que la mujer es esos países no tiene derecho a nada y tácitamente sabíamos que estos hechos, de violencia, ocurren más allá de lo sexual; eran y son esclavas que es todavía más grave, con resultados de mutilación y muerte violenta.
Pero la verdad es que ahora se está descubriendo, que en los países que llamamos civilizados, están ocurriendo hechos tan lamentables que nos están llamando poderosamente la atención. Sabíamos que en ciertas profesiones existían una violencia sexual larvada que la más perjudicada era la mujer. Pero por varias razones permanecía oculta, no trascendía porque la sociedad, podía no creer o dudar de las de los testimonios de la mujer por una forma de pensar que incomprensiblemente ha durado siglos. La valentía de algunas víctimas que se han decidido a denunciar los hechos por todos los medios a su alcance, se ha hecho público acciones tan desgraciadas y para ello, como siempre tiene que haber alguna persona que había sufrido abuso sexual.
Empezó Tarana Burke una activista que hizo célebre el “ME TOO” (Yo también), formando parte de una campaña para promover la defensa entre las mujeres negras, después de ser incapaz de responder a una chica de trece años que le confió que había sufrido una agresión sexual. Burke más tarde le dijo a la niña: YO TAMBIÉN.
Recientemente este lema se ha se ha extendido y han surgido muchas voces que habían estado calladas; y han salido a la luz los abuso y vejaciones en Estados Unidos que han salpicado, a actores, guionistas, directores, productores, políticos y personal de la magistratura, que ahora están en la cuerda floja; y aparecen hechos hasta en la iglesia lo que resulta francamente preocupante. Pero no nos engañemos estos hechos en mayor o menor grado han ocurrido siempre, ahora se denuncian.
Si todas las mujeres que han sido acosadas o agredidas sexualmente hicieran un tuit con las palabras “Me too” podríamos mostrar a la gente la magnitud del problema. El Parlamento Europeo celebró una sesión directamente en respuesta a la campaña ME TOO tras las que aumentaron las denuncias de abusos en el Parlamento y en las oficinas de la Unión Europea en Bruselas. En España el pasado año varias actrices españolas reconocieron en un reportaje la existencia de acoso sexual en el cine español:, Aitana Sánchez, Carla Hidalgo y Ana Gracia y la actriz y guionista Leticia Dolera y algunas que todavía callan. Hechos de esta índole han ocurrido siempre, pero no se denunciaban, algo está cambiando en nuestra sociedad para denunciar una violencia larvada de siglos. ¿Hasta cuándo? Educar a las nuevas generaciones.

                                                           Arévalo




129.- Arévalo " Separación, rotura de la convivencia y divorcio"






En el enunciado, este conjunto de palabras parecen destinadas a conseguir un objetivo, cuando el vínculo que ha unido a una pareja entra en crisis por diversos motivos; un hecho que en esta etapa que nos ha tocado vivir, se repite con demasiada frecuencia, más ajustado hacia el divorcio, porque la sociedad lo acepta como mal menor ¡Cómo ha ido cambiando esta circunstancia!  En el siglo pasado este hecho, era rarísimo; si bien es verdad que no existía el derecho al divorcio. La rotura de la convivencia si se producía y también alguna separación, pero el divorcio estaba tan mal visto que, al nombrar a una divorciada, esta quedaba marcada de por vida. 
Cuando yo era niño en mi tierra de Castilla; cuando alguna mujer lograba la separación, hecho que trataba de ocultarse el mayor tiempo posible, pero que al final todo se sabe; al referirse a ella en los comentarios entre las personas, nos referíamos a esa mujer y apostillábamos: “si la desapartá” termino que no recoge el diccionario como tal, aunque si la acepta, en la tercera persona en la forma simple del presente de indicativo desaparta; era una frase vejatoria con la que quedaba estigmatizada. 


Los tiempos cambian y el separarse ya no es lo que era. Ahora existen métodos para gestionar una ruptura; hasta apps para el papeleo; y es que el fin del matrimonio, ya no constituye el fracaso de antaño; puede convertirse en una nueva oportunidad, pero no todo es del color de rosa. Están los hijos, el problema más difícil de resolver, con el que la justicia no siempre acierta; y en muchos casos estos, se encuentran con un problema que no esperaban, con el que contribuyen a hacer el problema mayor.  
Ahora existe la custodia compartida, para resolver este asunto cosa rara hasta hace diez años, que no es que sea la panacea, pero ayuda a resolver el problema; pero como toda ley tiene sus goteras y sus efectos perniciosos; uno de ellos si no el principal, es que convierte a los niños en transeúntes perpetuos entre dos casas, puede hacer que los niños saquen a relucir su interés egoísta personal de uno de los dos cónyuges y terminen con una educación sesgada.


Hay matrimonios que optan por una separación previa al divorcio. El objetivo es interrumpir la convivencia, pero sin disolver la unión matrimonial, tendente a que, en algún momento puedan reconciliarse. Lo que constituye una situación jurídica intermedia.
Pero como esta nueva sociedad que nos ha tocado vivir, es tan cómica a veces, que hasta un hecho tan dramático como este que acabamos de describir, parece que hay quien le quita hierro y se permite celebrarlo como un acto social más según establece la moda venida como no, de Estados Unidos. En los rituales hay desde alianzas lanzadas al mar, a velos de novia quemados en la hoguera, o fotos de la boda en la trituradora; aunque hay quien lo celebra diferente, con banquete de barra libre según su situación económica. La verdad es que me causa risa por un lado y estupor por otro, pero es que nuestra sociedad va demasiado de prisa.



                                                     Arévalo