31 oct 2019

140.- Javier Ayllón... "El bosque ripario"






El tractorista pasa el arado por el barbecho, "arañando" con sus metálicos y chirriantes aceros las blandas arcillas. 
Huele a tierra húmeda mezclada con efluvios de hierba recién segada. Una "semana" de garcillas bueyeras, le sigue tras lo labrado, son siete, como los días de aquella, pero no respetan el orden establecido: el domingo se cuela entre el martes y el jueves -tras una jugosa lombriz de tierra-, el sábado hace lo propio con el viernes - tras una atolondrada langosta-, es la ley de la supervivencia y esta no sigue ordenes previamente establecidos. 
Destaca su plumaje níveo, entre las ocres arcillas, y su bailoteo tras los surcos recién formados por el arado. El tractorista me saluda con el brazo, pero sigue impasible el ritmo que le marca lo labrado y lo que le resta: los ocres van dominando a los tonos verdosos de las semillas reverdecidas tras las pasadas lluvias. 
De la madre Gaia, profanada y herida, por el acero de los arados, surge un vaho cálido que engrisece  y entristece el paisaje dándole un tono tenebroso y a la vez romántico, semejante a las neblinas ligeras y tenues de los otoños que se esconden en la memoria de mi niñez. El Sol comienza su ocaso en un horizonte cubierto también por neblinas lánguidas, grises, frías y lejanas. 
En un zarzal de la orla del bosque ripario, denoto la florescencia otoñal del mismo: flores solitarias, flores de otoño, fugaces, delicadas y tristes, flores estériles e infecundas: no existen insectos que las abracen y las den calor en las ya frías noches de octubre. 
La noche nos abraza de regreso, entre los álamos del río. Los paisajes nos unen a nuestro pasado y a nuestros recuerdos, son el telón de fondo de nuestras vivencias.
Javier Ayllón 

1 oct 2019

139.- Arévalo... "Ni redentores ni dogmáticos"


Se acabó el verano y arrancamos en este "veratoño" con un interesante artículo de nuestro colaborador Arévalo.  Muchas gracias por tu aportación en esta tu casa.




En el siglo XIX el llamado siglo de la industrialización, se caracterizó por ser un periodo de grandes cambios; la economía sufrió trasformaciones seguidas de dos fuertes revoluciones industriales. En política, surgieron las revoluciones burguesas, que habitaron con las nuevas corrientes de pensamiento entre el idealismo absoluto, los nacionalismos juntos con el movimiento impresionista, que fue el que a la postre se impuso; ayudados por los grandes avances de la tecnología, como la cinematografía y la animación.

El siglo XX al que me incorporé en su mitad, estaban de moda por decirlo de alguna manera los fascismos y los comunismos, con diferentes marcas y señales; tan arraigados estaban, que la sociedad en su mayoría estaba alineada en uno de los dos bandos; si, aunque ahora nos parezca mentira. Tan convencidos y dominadores estaban, sus dirigentes, que estaban dispuestos a redimir al resto del mundo, que utilizaron la fuerza y sus métodos dictatoriales para llevar al resto de la humanidad; a dos guerras mundiales con las consecuencias que tantas veces hemos oído, (sesenta o setenta millones de muertos) no vamos a discutir el número exacto, porque tampoco lo podemos saber.

Creo que los causantes de los males de este siglo, sin duda fueron por un lado los nacionalismos excluyentes, junto al fascismo y el comunismo. Unos queriendo imponer sus dogmas y otros querían redimirnos de los abusos del liberalismo; lo que supuso unas políticas dictatoriales tanto a derechas como a izquierdas, que coincidían en tener una personalidad autoritaria, cerrada rígida y temerosa con independencia de su ideología.

Sin embargo, a pesar de estar atravesando periodos de franca decadencia, en la mayoría de los países de Europa, estas corrientes están reducidas a pequeños grupos de nostálgicos y exaltados que no se han enterado de que su tiempo ha pasado y tenemos ejemplos de lo que está ocurriendo ahora en España tratando de hacerse oír tanto los unos como los otros, sin pararse a pensar que la sociedad ha cambiado.



        ¡EN DEMOCRACIAS FUERTES NO HAY REDENTORES!

                                                  Arévalo