24 may 2019

134.- Arévalo "Dios me libre del día de las Alabanzas"






Desde la muerte de Alfredo Pérez Rubalcaba (el diez de mayo) saqué algunas conclusiones que me llamaron poderosamente la atención. El cómo coincidimos sino todos la mayoría, en juzgar a las personas en el momento del fallecimiento; tratamos de olvidarnos de su curriculum, que puede haber de todo en la vida del hombre; pero ese día todo se perdona; te conviertes en un juez benevolente al que, le eximes de toda culpa al que acaba de fallecer.  
La muerte que en nuestro discurrir por la vida, tratamos de olvidarla, como si no fuera con nosotros, pero, que cuando llega a nuestros amigos, familiares, vecinos etc., tratamos de ser indulgentes; olvidamos todos los datos negativos que a lo largo de nuestra vida pueda parecer malo y por eso, es el momento de reconocer algunas virtudes y olvidar algunas circunstancias negativas que pueda haber a lo largo de nuestra existencia.
Creo sinceramente a tenor del funeral de estado, de la unanimidad de los medios de comunicación, que, con gran profusión de fotografías y comunicados, su vida pública, fue de una talla de político, de prestigio, con servicios muy importantes realizados en momentos difíciles de la vida política de nuestro país; que han destacado los medios de comunicación. Y también pudimos apreciar como el numeroso público asistente a la “capilla ardiente” en el Congreso de los Diputados, como los compañeros viejos y actuales de su partido le homenajeaban; y los aplausos que le prodigaron al despedirse de él, a su salida del Congreso en la Carrera de San Jerónimo. 
Quiero resaltar que casi todos los políticos del arco parlamentario visitaron la capilla ardiente, acto que supone la confirmación, a una labor de su vida dedicada a la enseñanza y a la política, con un reconocimiento unánime del político que ha contribuido a servir al pueblo que lo eligió. 
Por eso he elegido este título tan sugerente que solemos utilizar con socarronería con  comentarios como este, en estos casos.

               Arévalo

                                                                                                                       

133.- Arévalo "La Eutanasia"





Cuando escribo este tema estamos en plena campaña electoral; y en estos días ha surgido un caso de todos conocidos por el impacto de prensa, TV y en general en todos los medios de comunicación; la muerte María José Carrasco y la detención de Ángel Hernández su marido tras haberla asistido en sus últimos momentos.
No quiero entrar en el dialogo triste, patético y conmovedor del dialogo que sostuvieron el matrimonio antes de consumarse los hechos; porque además de desgarrador pone los pelos de punta como podríamos comentar en una conversación entre amigos o familiares, pero el hecho está ahí y quiero comentarlo desde un punto de vista neutral, no siempre podemos ser ecuánimes, al no hallarnos en esa situación, en la que, de encontrarnos, quizás, no pensaríamos igual. 
Lo que, si es verdad, es que la decisión tanto del marido como de la enferma estaba bien calculada. Hay que tener en cuenta y así lo creo; que actuaron de buena fe ante la gran responsabilidad de ayudar en unos minutos a morir a una persona con la que has convivido; y en menos de unos segundos, pasar de la vida a la muerte. El cambio que supone en la vida de la persona que se queda, es francamente muy versátil. Ahora vendrá la soledad, los cruces de pensamiento, la responsabilidad, penal y moral para él, de un hecho, que sin duda le va afectar mientras viva. 
Pero cuando llega el momento, de que ni siquiera los cuidados paliativos pueden cubrir el sufrimiento físico, mental y moral de estos pacientes. Creo que hay que hacer algo. No podemos dejar que se mueran de cualquier manera, a escondidas, solos. No es digno.   
No hay nada más generoso que dejar que la persona que amas, se libere de un sufrimiento para el que no hay remedio, siempre y cuando la medicina haya hecho todo lo que está en su mano para evitarlo: es un acto de amor: que puede resultar balsámico para los familiares, a los que, sin duda, ya están muy afectados por la enfermedad de larga duración.  Es posible, que el enfermo este sufriendo tanto por su enfermedad, como por los sufrimientos que está causando a sus familiares.
Lo de crear una ley, más o menos ética, sobre la eutanasia, eso se lo dejo a los políticos y científicos que expongas sus razonamientos y lo dejen plasmado en ley que, con el tiempo, parece que puede ser aceptada por la mayoría.



                                                          Arévalo