28 mar 2023

152.- Alberto Huerta... "La monogamia"

Hay un principio que todos estamos de acuerdo: La sociedad está cambiando, de eso no tenemos dudas. Las costumbres de nuestros padres, ya quedan obsoletas, y no digamos las de nuestros abuelos. ¿Algunos de nosotros se imaginan que nuestras madres o abuelas pudieran llevar minifalda o pantalón? Un poco de frío pasaron las pobres que, un sobrio pantalón las hubiera quitado. 



 

Tenemos que aceptar que vivimos en tiempos diferentes; para algunos la monogamia es un hecho anticuado, un proceso muy arraigado y sublimado en el romanticismo, que empezó con Bécquer y fue potenciado por la iglesia católica con el poder adquirido después de la guerra. El comienzo coincide con la recuperación económica de los años 1960.-70., cuando la mujer conquistó varios derechos que nunca había tenido, como el derecho al trabajo, poder abrir una cuenta de ahorros, sacar el carnet de conducir sin tener la autorización del marido, y algunas cosas más, que en la década de los sesenta hubiera parecido una quimera.


El matrimonio monogámico como lo conocemos en la cultura occidental, no ha nacido siempre como consecuencia del amor, si no... por intereses económicos y sociales, promovido por ambos integrantes de la pareja; y no como se creía en mi juventud y solíamos escuchar a nuestros mayores algunas expresiones como: “Matrimonio y mortaja del cielo baja”. Frase acuñada por la iglesia. ¡Qué majadería!


¿Qué problemas surgen en la mayoría de los matrimonios como los conocemos?


Sin dudarlo, el compromiso de la fidelidad, que no es fácil durante toda una vida, por parte de los dos, seamos sinceros y reconozcamos que es difícil cumplir, porque en la mayoría de los casos lleva a la infide-lidad que existe y no es una hipérbole; aunque hipócritamente la neguemos. Es verdad que, es más acusada en los hombres.


Cuando se legalizó el matrimonio homosexual, algunas voces de los más conservadores arguyeron que, a este paso terminaríamos todos deslegitimando el matrimonio, pero al final cada uno ejerce su derecho y la vida sigue; y ahora ocurren hechos que hace unas décadas parecían inadmisibles: ahora en cambio podemos comprobar que, muchos miembros de estos partidos, no les importa acogerse a este derecho que antes parecían una aberración. 


De hecho, el mismo término “matrimonio” parecía exclusivo de las parejas heterosexuales porque lo natural era la unión con fines reproductivos. Sin embargo, el sexo homosexual también parece natural, o al menos la sociedad lo ha aceptado como si lo fuera.


He querido titularlo así, solo como monogamia, para diferenciarlo de la poligamia que, a pesar de su existencia, no encaja en nuestra cultura occidental y eso no solo está mal visto, sino que está penado.


Pero no olvidemos que aprobado el divorcio y antes de aprobarse, ya había muchas familias separadas con problemas de los hijos que la generación nuestra, me refiero a la de los mayores, veíamos como catástrofe familiar, pero con el paso del tiempo, estamos viendo como normal o aceptándolo como tal.


A pesar de ello, la mayoría de las personas alrededor del mundo prefieren la monogamia, castigando otras prácticas de reproducción. Actualmente, casi todas las personas aceptan la monogamia como una norma social inquebrantable debido a que esta, ha pasado de generación en generación, dejando una huella difícil de borrar en la mente humana.


De todas formas, la convivencia en el matrimonio como lo conocemos, en esta etapa que estamos viviendo, es muy difícil; podemos apreciar como el divorcio ahora tan natural, aunque antiguamente asustaba; demuestra lo difícil que es la convivencia durante una vida en el matrimonio que se supone fundado por amor, se cansan o nos cansamos; y en muchos casos termina rompiéndose, la mayoría de los casos termina en la infidelidad; como consecuencia; el daño infligido a los hijos puede ser grande.


 Sin embargo, hay una generación de hijos de divorciados que, han nacido con este sistema adoptado por sus padres que, lo ve casi normal, algo que en nuestra generación hubiera constituido un rotundo fracaso.


Luego hemos de aceptar que la sociedad va cambiando, quizás demasiado de deprisa, pero está cambiando.

Alberto Huerta