27 abr 2020

145.- Javier Ayllón..." A contracorriente"


Foto de Javier de la flor Selene


Gracias por tus reflexiones Javier. Te deseo una pronta recuperación, sé que estás luchando con el coronavirus; son días, semanas, meses ya, terribles para toda la humanidad, aprovecho para mandar mis condolencias a las familias de los fallecidos, ojalá que todo esto pase pronto... MSol


Estas últimas noches cuando salgo del confinamiento, yo diría arresto domiciliario, a pasear a Lucas, el perrillo, lo primero que hago es acercarme a observar a las silenes o collejas –Silene nocturna L.-, una especie que abre sus flores con la llegada de la obscuridad nocturna.
Resulta curioso, va a contracorriente, la inmensa mayoría de las especies cierran aquellas cuando cae la tarde. Seguramente es polinizada por algún insecto noctámbulo, tal vez alguna mariposa nocturna o polilla. 
Me gusta su despliegue de flores blanquecinas y su fino olor en las puertas de un súper mercado. No puedo evitarlo, me siento identificado con ella, porque en muchos sentidos yo voy también a contracorriente. El Covid 19, el coronavirus con nombre de nave espacial nos ha dado  una auténtica lección: solo somos  frágiles seres que un simple e ínfimo o microscópico virus nos manda al pijama de madera o al horno crematorio. 
Me encanta pasear en esta época de dudas, miedos y confinamiento y escuchar al autillo, que seguramente está ahí todos los años, en el bosque ripario del río Henares, pero que ahora se le escucha a más de cien metros de distancia. Sencillamente porque no hay ruido. No hay tráfico de vehículos, no hay nadie por las calles. 
(A veces creo que soy el único ser que habita la ciudad)
No todo es negativo en las pandemias. El ser humano, egoísta por naturaleza, se vuelve ahora todavía más hipócrita y solitario, incluso se convierte en policía tras las rejas de las cárceles de sus viviendas. Y sé que me observan y a la vez envidian, pero también que el miedo les caló los cuerpos y muchos no saldrían aunque pudieran. 
Se respira aire puro, ya no huele a gasoil a medio quemar, se aprecian los aromas de jazmines y rosas, no hay apenas ruido, salvo algún autobús urbano que circula sin viajeros. 
Me encanta acercarme a la carretera nacional Madrid-Barcelona y verla sin ningún vehículo, como cuando éramos niños y jugábamos a la pelota en ella, se pasaba más de media hora sin pasar algún turismo. 
El coronavirus nos ha puesto en nuestro sitio en cuanto a nuestro papel en la Naturaleza, somos parte de ella, nuestra relación debe cambiar, no estamos solos ni somos únicos (lección de humildad)  pero también creo que esto no va a ser así; cuando pase la pandemia, volverá el rico a sus riquezas, el obrero a sus pobrezas y el señor cura a sus rezos, porque no habremos aprendido absolutamente nada. 
Cuando la marabunta arrasó los hipermercados, llenando sus carros de comida y ¡papel higiénico! – será para morir con el culo limpio, probablemente. 
Comenzó mi lucha contra el virus, hoy continua, pero mi pensamiento a pesar del miedo y la congoja, de las noches febriles, las toses, el dolor muscular, la pérdida de olfato y gusto, la diarrea y el infinito cansancio... sigue siendo el mismo, navego a contracorriente.

                                   Javier Ayllón