31 jul 2014

75.- María Rosa Sainero...Amor platónico, relato



Para finalizar este mes de julio,  nada más bonito y relajante que leer una historia romántica  y preciosa que ha escrito María Rosa Sainero. Muchísimas gracias Rosa por hacer acto de presencia en este humilde blog,  con este relato que nos obsequias tan entrañable.  

Bienvenida, estás en tu casa, un abrazo.







     La joven tendría diecisiete años. No era una belleza, pero tenía su atractivo. Todas sus amigas de su edad más o menos ya habían tenido sus aventuras amorosas con chicos y alguna tenía novio. Cuando nos juntábamos, comentábamos los avatares de cada una, yo no podía opinar porque hasta ese momento pasaba de chicos. Me limitaba a escuchar comentarios que a mí me parecían bobadas, yo solo pensaba en bailar siempre que tenía ocasión, era mi hobby favorito.



 
     También me gustaba pasear sobre todo en primavera, desde el barrio hasta la parada de Urgel. La calle más animada que teníamos era General Ricardos, y así pasábamos los días. Nos divertíamos con los comentarios que hacíamos sobre ellos, que si mira que alto, que si qué guapo… Yo debía de tener la sexualidad dormida, porque ninguno me gustaba. Hasta que un buen día me fijé en un chico que siempre estaba en el mismo sitio, en la puerta de un bar en la esquina de Oporto. Era un muchacho atractivo, pero su mirada era triste. No sé por qué, pero el hecho de verle me alegraba el paseo, y si un día no estaba, me ponía de mal humor. Me había enamorado platónicamente de alguien que no conocía de nada. Por no saber, no sabía ni su nombre. Yo por esas fechas no tenía ni idea de lo que era el contacto con un chico, pero el verle se convirtió en obsesión, a pesar de que estaba convencida de que él no sabía ni que yo existía. Mi único deseo era verle; en mi mente no pensaba en nada sexual, mi única ilusión era seguir viéndole…
    No sé por qué se lo conté a una amiga, y ¡Oh, sorpresa! Resultó que esta chica era medio familiar, y conocía toda su vida. 
   Tenía veintidós años; el bar donde se le veía era de su padre; había tenido novia hasta hacía muy poco, pero lo había dejado ella porque él tenía una enfermedad terminal y no duraría mucho.
     Cuando me lo contaron no sé qué sentí, sobre todo pena. Yo nunca lo hubiera dejado, y le hubiera cuidado hasta el último momento. Lo pasé mal. Parecía yo la novia, y él, por supuesto, no tenía ni idea de que yo existía. Poco a poco fui consolándome, y regresé a mi vida normal, pero el paseo ya no era por el mismo sitio. 
    Dos meses después, un día de fiestas en Carabanchel, Quermés y bailes… Yo me apuntaba a todo lo que fuera bailar. Era dieciséis de junio, un día que no olvidare en mi vida, pues, a pesar del ambiente animado, yo estaba tontorrona y decía "no" a todos los chicos que querían sacarme a bailar, hasta que una voz preciosa me dijo: "¿Bailas?" 
    Casi me desmayo pues era él, mi amor platónico. Como un zombi llegue hasta la pista, la orquesta estaba tocando una de mis canciones preferidas, "Johnny Guitar". Cuando rodeó mi cintura con sus brazos, sentí un estremecimiento que él debió de notar; fue algo tan mágico que creí estar en el cielo. La canción terminó y empezó la siguiente. Él quería seguir, pero yo estaba tan nerviosa que dije no, cuando mi deseo era estar todo el resto de mi vida pegada a él. 
   Fue la última vez que le vi. Un día de invierno me dijeron que había muerto.
                                
          

                                                                  
                                                                                                                     MaríaRosa Sainero







5 jul 2014

74.- José Luis...Es un día


Muy agradecida  José Luis por compartir con nosotros tus reflexiones, un placer leerte, no dejes de escribir, un abrazo.





    Es un día quizás como otro cualquiera, en apariencia, aunque sé que todos los días tienen matices distintos y que los hacen únicos. Hoy es un día lluvioso, gris, hace rato que las pequeñas gotas de agua golpean el cristal de la ventana. Contemplo pacientemente como surcan hacia abajo esas pequeñas gotas, cada una por su camino hasta desaparecer y amontonarse unas con otras en el marco de abajo de la ventana, ensimismado miro más allá, hay aves en el cielo surcando los vientos impetuosos, buscando algún refugio que las proteja del tiempo. Arrecia el temporal y los postigos pareciesen que fueran a desprenderse, los deje abiertos a propósito,  quizás esperando que los arrancase y se los llevase lejos de mí, pero aguantan a pesar de las sacudidas del viento.



   
Revuelto en mis pensamientos pasa el tiempo, y después de un rato amaina la tormenta, dejando todo en quietud, pero es una quietud tan opresora que deja que escuche mis latidos con una asombrosa nitidez y llega hasta mis oídos en un retumbe ensordecedor. Mi cuerpo esta rígido, como paralizado, vislumbrando un hermoso atardecer, que aunque el sol está ausente, me conmueve el paisaje y me regocijo en el. Consciente de este instante estoy, y eso es especial, de un momento mágico que percibo de lo que me rodea, todo me habla continuamente y me doy cuenta, las hojas del árbol bailando y cantando suavemente su dulce canción, las aves que sobrevuelan y que invitan a la imaginación, las nubes que corren al viento como si de una carrera se tratase, las pequeñas gotas salpicando el suelo como campanillas, incluso los postigos que ahora se mueven ligeramente con sus quejidos de bisagras, todo es clamor escucharlo, y no necesito invitación para esto, es una orquesta que pareciese no ordenada,  sin embargo la escucho sublimemente ordenada, donde me encuentro y percibo participe de ello...




2 jul 2014

73.- Ángela Linares... POEMAS




Aquí nos vemos presenta un especial de poemas de nuestra colaboradora y gran poetisa Ángela. Ella pone mucho cariño a todo lo que escribe, como debe ser cuando se trata de reflejar en un poema todo el sentimiento que se lleva dentro. Muchísimas gracias por tu colaboración, un abrazo.







A Paco de Lucía

Guitarra, guitarra mía,
llora guitarra, llora.
¿Quién la tocará?,
si murió Paco de Lucía.

España está de luto,
se fue una mañana fría,
jugando con los nietos,
a los que tanto quería.

No habrá otro igual
que toque esa melodía,
si murió Paco de Lucía.
Adiós, guitarra mía,


adiós dulce melodía.

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El tren del 11 de marzo (la muerte)






La vida es larga y estrecha,
como el tren de la muerte.

Sabemos que moriremos un día,
pero no rompiendo la página de nuestras vidas.

Algunos suben a ese tren,
otros bajan de él,
sin saber que la muerte viaja en el tren.

Llueven lágrimas de sangre,
llueven  lágrimas de dolor.

Llueve por las almas que marcharon a su función,
llueve por estos niños que no verán el sol,
llueve por las personas que marcharon sin decir adiós.

Llueven pétalos de flor,
por las familias que el tren segó.



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La flor de Alá





Paseando por un camino,
una moza me encontré.

Yo la dije dónde va,
la flor del jardín de Alá.

Ella me miró con sus ojos de verde mar,
su corazón latía y no lo podía remediar.

Fueron tan fuertes las miradas
que comprendimos los dos
que no podíamos vivir sin el amor
que Cupido nos dejó al pasar.

Disfrutamos de nuestro amor,
que Cupido con su flecha lanzó,
éramos tan felices que el tiempo pasó.

Nunca pude olvidar que la flor del jardín de Alá
se pudiera marchitar.

En mi pensamiento queda la dulzura,
el disfrute de sus ojos de verde mar.

El tiempo pasa, sólo me queda esperar


y encontrarme en el cielo con la flor de Alá.


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 El estudio



A la Albufera yo voy a estudiar,
con la esperanza de saber un poco más
y manejar las faltas con habilidad.

Con cariño y sinceridad espero triunfar,
hacer amigas, amigos y algo más.

No me gustan las calabazas
y menos cuando son sin justificar.

Soy sincera y espontánea,
me gusta la verdad,
pues no me caso con nadie
por unas notas de más.

La vida pasa, pasa sin cesar,
no hay más remedio que aprender a estudiar,
ya que en mis tiempos de juventud
ne me lo quisieron dar.

Llegué sin saber,
saldré sabiendo un poco más,
ya que el estudio
no ocupa lugar.

En mi corta ignorancia,
sé que los ceros me van mal
y con esto me despido
dejando la calabaza en el olvido

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UN CORAZÓN




El corazón no latía,
el amor no entendía,
mi vida se batía,
el amor se moría.


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La rosa de los vientos




Rosa de los cuatro vientos
mi amor se encuentra dentro.

Dime dónde sopla el viento
para encontrarme dentro.

En el centro, negros vientos,
por el Norte, frío y viento,
por el Este, el mar se siente,
por el Sur, la alegría florece,
por el Oeste, aconsejo entres.



                                                                             Ángela Linares

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