Las novedades políticas que estamos viviendo en estos momentos en nuestro país como consecuencia del regreso de Juan Carlos I de su exilio voluntario en la capital de los Emiratos Árabes; han servido para la polémica en determinados círculos políticos sobre la conveniencia de cuál es el mejor de los regímenes.
Como suele suceder en estos casos, hay opiniones para todos los gustos. Existen partidarios convencidos y otros por conveniencia defensores de ambos sistemas. Me he detenido a pensar; por lo que hemos soportados los españoles con ambos regímenes, desde el comienzo de la Edad Contemporánea, hasta nuestros días.
Primera etapa de la monarquía
Desde el año 1808 hasta nuestros días, han tenido que exiliarse nada menos que seis reyes de la monarquía borbónica, en doscientos catorce años. Para recordarles citare sus nombres: Carlos IV, Fernando VII, Isabel II, Alfonso XIII, Juan III y Juan Carlos I. Fue un triste siglo XIX que marcó un auténtico desastre en la política española; que, se vio reflejado en la primera mitad del siglo XX. Creo que el historial nos deja claro que, la monarquía de esta etapa no fue nada ejemplar, teniendo que terminar en el exilio.
Fernando VII no tuvo escrúpulos para derrocar a su padre; que al final murió desterrado en Italia. Él, en cambio se fue a Bayona (Francia); y allí Napoleón, le puso un castillo y estuvo viviendo a cuerpo de rey como vulgarmente se dice; felicitando a Napoleón por sus triunfos en España: Un auténtico traidor a su patria que, a pesar de este sujeto, los ciudadanos lograron con un heroísmo ejemplar derrotar a Napoleón. Repuesto en el trono, engañó al pueblo español que torpemente le esperó a que volviera; y como ha pasado muchas, veces una pandilla de interesados le aclaman mientras el resto del pueblo no se enteraba y salen al encuentro con el cartel de “El Deseado”.
Es increíble el cinismo de esta persona, que proclama al hacer la entrada: “Aceptemos la enmienda constitucional y yo el primero”, se refería a la constitución de 1812 (La Pepa) para dos años más tarde derogarla, estableciendo un régimen absolutista. Además, otros puntos negros de su reinado que alargarían vergonzosamente estos argumentos.
Su única preocupación era dejar a su hija como heredera del trono para lo que tampoco le importo la promulgación de la “Pragmática Sanción”. Con esta ley, lo que ocasiono fueron varias guerras carlistas contra su tío Carlos María que se consideraba con más derechos que ella.
Su hija Isabel II; “La de los tristes destinos” como la definió Pérez Galdós; heredó el derecho que se atribuyen los monárquicos a suceder la corona y con ello la Jefatura del Estado. Con este hecho consiguió que, con tres años fuera ya la sucesora; y con 14 años, proclamada reina. Casada a los dieciséis años tuvo que reinar bajo la regencia de su madre; la boda de apaño, resultó un desastre y ocasiono una conducta moral escandalosa.
A esta edad tuvo que sufrir varias guerras que adelantaron el final de su reinado que fue en 1868, obligada por la revolución con el nombre de “LA GLORIOSA” que adelantó su destronamiento para terminar exiliada en Francia. De esta forma íbamos de mal en peor. Mientras se sucedieron varios gobiernos militares que no lo hicieron mejor; entre ellos el que dirigió el general Serrano como jefe de estado provisional.
Después con la “Primera República” que en su duración no llego a los dos años, por la que pasaron cuatro presidentes que eran políticos de renombre, pero que no lograron convencer a una clase política como la que siempre ha existido. Ahora podíamos ponerla un nombre, una derecha radical dominante protegida siempre por el estamento militar, acostumbrada a vivir dentro de los resortes del poder; que cuando alguien se salía de su órbita, acudían al militar o los militares de turno, como salvadores de la patria y daban el golpe. <Que todo cambie, para que nada cambie>
En esta situación se produjo la "Restauración monárquica" por parte del general Martínez Campos, en un pronunciamiento militar desde Sagunto.
Un mes más tarde era proclamado rey por las Cortes Españolas Alfonso XII. Este rey parecía mejor preparado que sus antecesores, pero duró tampoco su reinado de tan solo once años, por la muerte tan temprana, debido a la tuberculosis que no le dio tiempo a cambiar el rumbo del país; parece ser que estaba mejor preparado que sus antecesores.
Su hijo y sucesor Alfonso XIII, no tuvo mejor suerte que sus antecesores, debido a los fracasos de la guerra en Marruecos, con muchos miles de muertos, de las que pocas veces se habla y tampoco los libros de historia lo hacen, pasando de puntillas. Las revueltas sociales y los problemas regionales, hicieron que aceptara la dictadura de Primo de Rivera para terminar en unas elecciones municipales que acabaron con la monarquía proclamando la República. Al final otro rey exiliado más.
“La Segunda República”, con intelectuales afamados, duró nueve años y termino en una guerra como todos sabemos, los militares protagonistas otra vez. Después vendría la Dictadura, vencedora de la república, con las consecuencias que ya conocemos.
El rey Alfonso XIII; tuvo que exiliarse en Roma después de perder unas elecciones municipales en las que ganó en algunas provincias; pero salió al exilio, abdicando en su hijo Juan que de haber podido reinar sería el tercero de la serie, pero que también vivió exilado hasta la muerte de Franco, porque este, le negó siempre ese derecho a pesar de declarar España como un Reino; pero lo que había era una dictadura. Todos estos hechos demuestran que el sistema no funcionó y como apuntaba al principio terminaron en el exilio. Y para rematar, aunque de manera diferente; Juan Carlos I parece ser que su exilio es voluntario, pero si abdico y se fue, algún motivo tendrá y no parece dispuesto a justificarse ante el pueblo español, como era su obligación.
La conclusión que saco después de este rápido recorrido, es que no es tan importante el modelo de Estado, sino el uso que justifica su aplicación. Hay monarquías dictatoriales y repúblicas del mismo cuño. De todas formas, las monarquías, viven un poco de espalda a los ciudadanos. ¿Por cierto que diríamos si los exiliados fueran presidentes de la república?
Alberto Huerta
