25 dic 2013

44.- Conchita... "Una historia del presente"



Conchita nos cuenta una hermosa historia.  Muchas gracias guapa por compartirla.







Hoy he decidido liberarme de todos los traumas que llevo acumulados e iniciar una nueva andadura en mi vida después de seis años de soledad, y para eso he empezado por dejar vacío mi armario, limpiar mi corazón y reservar en él un lugar solo para mi marido.

Hace seis años que me dejó, se marchó una mañana de primavera, un sol arrollador había irrumpido en el firmamento en medio de un color azul asombroso, pero ese día nos presentó su doble cara. Nunca podré saber si fue el hombre que amaba quién tomó la decisión o fue el destino que nos mostró su horrible encuentro, y después de los seis años transcurridos me atormenta un atroz desasosiego por no haber adivinado los amargos pensamientos que gobernaron su mente y su corazón.

Hoy me he atrevido a separar su ropa, solo me quiero quedar con una prenda por si en algún momento tengo la necesidad de tocarla y una sola fotografía por si tengo el deseo irreprimible de volver a ver su cara. Seguro que él está bien donde está, seguro que ha iniciado una nueva vida, sin recuerdos, sin deseos olvidados, sin saber todo lo que dejó atrás.

Fue en las primeras horas de la mañana cuando me llamó la policía diciéndome que me trasladara con urgencia al kilómetro diez de la carretera Norte. Un temblor irrefrenable invadió todo mi cuerpo y un amable compañero de trabajo, al ver el estado en que me encontraba, me ofreció su compañía.


Habían cortado los alrededores doscientos metros antes del lugar del terrible suceso y al distinguir el coche, el corazón me dio un vuelco. La policía nos abrió paso entre la gente; yo me acercaba muerta de miedo rezando para que no fuese él, para que fuese un error, para que se realizara un milagro, y apoyada en el brazo de mi compañero, sin querer mirar pero ansiosa por hacerlo, descubrí la figura inerte de mi adorado marido, con la cabeza ladeada sobre el volante y sus ojos entornados, sin heridas, sin sangre que delatara que el malévolo destino le había robado la vida. La luna delantera estaba desprendida, pero el cinturón de seguridad evitó que saliese despedido. Fue un golpe mortal, su móvil lo encontraron destrozado a cinco metros de allí, quizá fui yo la última que recibió su llamada.  Volvía de dejar en su casa a la persona que le contrató. Eso fue todo lo que pude saber, dejándome una pregunta en los labios que nadie me supo responder.

Desde entonces sufro pesadillas, los recuerdos me atosigan y no puedo evitar rememorar a diario los comienzos de nuestra vida en común y su trayectoria hasta ese fatídico día. Pero su muerte ha dejado en mí la tremenda duda de si fue un accidente casual o, simplemente, se cansó de la vida que le había tocado vivir.

Yo trabajaba por las mañanas cumpliendo jornada intensiva y por las tardes me obligaban a perder el tiempo por el mismo precio, pues mi presencia solo se requería para servir un café a mi superior de turno o a  localizar cualquier expediente o documento, o incluso, solo para que no se sintiese perdido sin alguien que le echara una mano, o, simplemente, para que el abrir la puerta de su despacho me saludase y la volviese a cerrar. Así que, al disponer de toda la tarde, empezaron mis devaneos por internet  curioseando todos los portales.

Mi marido era abogado y ejercía como tal en una empresa multinacional hasta que un día cerró sus puertas y dio con ella en la frente de todos sus empleados. A partir de entonces su vida fue un peregrinar, todas eran buenas palabras que, al final, ninguna llegaba a buen puerto. El era un hombre atractivo y, como ser humano, de la mejor calidad. Un día al llegar a casa me dijo que había encontrado trabajo. Yo, ilusionada, me abalancé hacia él para darle un abrazo y le pedí con ansiedad que me explicase qué cargo de responsabilidad le habían asignado en su nuevo empleo. El me miró perplejo sin atreverse a decírmelo. Ante su mirada indecisa, empecé a rebajar el rango del puesto tan deseado, pero él a todo me contestaba que no con la cabeza y, al final, ante mi vacilación, se atrevió a decirme que el empleo consistía en repartir papeletas de publicidad. Disimulé como pude, pero no por mi desengaño sino por el suyo, y le  contesté que no importaba, que la vida le reservaba el puesto que él se merecía, pero que había que esperar el momento.

Yo empecé a indagar  las ofertas de trabajo por Internet sin esconderme de mis jefes que preferían tenerme entretenida  antes que quedarse sin el báculo principal. Así estuvimos seis meses, él destrozando los zapatos de tanto buscar, y yo sufriendo de ver truncados sus sueños y nuestros proyectos futuros. Una noche al llegar cansada a casa, me dijo que habían cerrado la empresa que publicitaba, pero que no le importaba, que tenía una guitarra y una bonita voz para estrenarla en los pasillos del  metro, que quizá tuviera suerte y encontrara un protector o un mecenas que se quedase  boquiabierto de su afortunado descubrimiento. Yo no me atrevía a contrariarle, pero la situación nos hacía sufrir a los dos.

De esta forma, yo le veía cuatro veces al día en mis traslados a mi trabajo y, de vez en cuando, le dejaba sobre el bote un billete de cinco euros como reclamo. Pero se cansaba de tanto cantar y, a veces, se quedaba aletargado apoyado en su guitarra como almohada, y al despertar, se encontraba con más monedas que cuando cantaba. Para evitar cualquier contratiempo, tuve que llevarle un perrillo para que le acompañase, pues en sus ratos de adormecimiento siempre había algún desaprensivo o necesitado que se apoderaba del bote. Así, cuando se dormía sin querer, contaba con la inestimable ayuda del pequeño lazarillo que, ante la más mínima sospecha, se lanzaba como un tigre de Bengala hacia su presa.

Después de unos pocos meses dio por terminados sus conciertos y yo, con toda mi perseverancia, intenté localizarle de nuevo algún trabajo por internet. La suerte me acompañó y, entre lo poco que había, le propuse que actuara de “boy” en las despedidas de solteras de  muchachas casaderas. Como mi esposo tenía un cuerpo diez, se las llevaba de calle y sacaba más dinero en una semana que yo en seis meses de trabajo.

El caso es que una noche acudí a uno de sus espectáculos sin que él lo supiese, como una más entre ellas, pero cambiando como pude mi aspecto habitual para que no me reconociese y actuara con total normalidad. Y me quedé enajenada, pues no solamente se despojaba de su ropa hasta donde su pudor  le permitía, sino que amenizaba la fiesta con su voz y su guitarra. Tenía más “fans”  que los cantantes de moda, pero yo, ante el temor de perderle entre tantas mujeres, le convencí de que ese trabajo no era digno para él y de que  tampoco era su sitio en la vida. 

Así que me esmeré en buscarle otro nuevo empleo, pues en casa no teníamos ordenador después de venderlo en segunda mano cuando le despidieron. Y como era abogado, le introduje en Administración de fincas, más que nada para llevar la comunidad de varios comunitarios. Tampoco le fue mal, pero se pasaba muchas horas trabajando y las presidentas y demás mujeres le torpedeaban con Whatshapp inventándose anormalidades en sus fincas.

Su móvil sonaba todo el día e, incluso, de noche nos molestaba con su soniquete, siempre con mensajes estúpidos, como la mayoría, y él que nunca había estado dependiente de su teléfono, en esta aventura pasaba su vida con él en la mano, contestando a los mensajes de todas las mujeres del barrio que  no tenían otra cosa que hacer que insinuarse a mi esposo. De manera que, de nuevo, me puse a buscar. Esta vez encontré un trabajo interesante y bastante bien remunerado por la información que ofrecían, pero al cabo de un mes en su quehacer diario, me dijo que era parecido al primero, pero que en lugar de repartir papeletas, tenía que vender  papelinas, y eso a los dos nos produjo  resquemor y miedo.

Yo me estaba acostumbrando a seguir este ritmo de vida, pero  ignoraba lo que estaba ocurriendo en el fondo de su corazón, porque ante mí se portaba como un marido modelo, sin un enfado, sin un reproche, sin una palabra de desesperanza. Entonces desvié mi atención por otros derroteros y descubrí en los anuncios un empleo de cuidador infantil. Esto nos hizo feliz a los dos, pues al menos, le alejaban de ese mundo sórdido de la noche, e, incluso de la peligrosa calle. Tenía que hacerse cargo de dos niños de tres y cuatro años en una casa del mejor barrio de Madrid, y al decir mejor, me refiero al más caro. Los padres le hicieron una entrevista exhaustiva y se quedaron encantados al enterarse de su formación, tanto fue así que también ampliaron sus servicios a la educación de los pequeños.

Se trataba de una casa con posibles, con servicio para parar un tren, así que mi marido solo atendía al  bienestar y a la preparación de los niños. También le ocupaba todo el día y, a veces, cuando el matrimonio frecuentaba los garitos de la noche, alargaban el horario de mi marido con mi consiguiente desesperación. Ante esta reiterada costumbre, empecé a desanimarme, pues ellos, en especial la señora, pasaba más tiempo que yo a su lado. Todas las tardes me llamaba al finalizar su jornada, pero al anochecer de ese áspero día, me dijo que se quedaba a dormir en la casa, pues los señores iban a estar fuera hasta la mañana siguiente. A mí este hecho me quitó la respiración y el infierno de los celos apareció ante mí como nunca antes lo había hecho.

Había conocido a los padres en una ocasión y la presencia de ella me quitó el sentido. Era una mujer elegante, joven, como podéis deducir por las edades de sus hijos y con una mirada de esas que yo catalogo como raptoras de maridos. Tenía los ojos rasgados, negros y misteriosos como una noche de invierno, y su mirada provocativa reflejaba deseos insospechados. De esta manera, empezó para mí la etapa más amarga de mi existencia. Perdí diez kilos que nunca he recuperado, la ilusión y la alegría habían desaparecido de mi vida.

Muchas noches lloraba en silencio y mi marido que, como la mayoría de los hombres no ven nada aunque lo tengan ante sus ojos, me preguntaba, sin albergar la más mínima sospecha, si me encontraba bien. Y esto era lo que más me mortificaba. Yo siempre había estado pendiente de él, de sus palabras, de sus miradas, hasta conocía sus pensamientos y me adelantaba a lo que él fuera a decir, y siempre me he interesado por sus cosas más triviales. Y ahora que yo me moría de celos y angustia, no se había dado cuenta ni de lo delgada que estaba.

Hasta que una noche, ya bien entrada la madrugada, me trajo la noticia para mí más esperada. El matrimonio se trasladaba a vivir a Sevilla, ofreciéndole a mi marido el doble de lo que ganaba si aceptaba irse con ellos. Pero la respuesta, según me dijo, fue tajante, jamás abandonaría a su mujer ni siquiera de forma transitoria. Yo no sé si esto fue así o si yo estaba equivocada y sí era conocedor de mi sufrimiento, pero fue él quién sin consultarme, se negó en rotundo a trasladarse y, de hecho, a abandonarme, presentando su dimisión.

El caso es que nos encontramos en el mismo punto de inicio, yo empecé a sentirme feliz de nuevo, pero esta vez no tuve que entrar en Internet, aunque la situación en el país iba de mal en peor y había que sucumbir a un trabajo que pudiera ofrecerte algo para subsistir.

El tío de mi marido le vendió su licencia de taxista y así inicio una nueva etapa,  la de los dos, porque yo sufría lo mismo que él viéndole que vivía una vida para la que no estaba preparado.

Trabajaba doce horas diarias. Nuestra economía mejoró notablemente y mi marido se convirtió en el confidente de muchas personas que necesitaban contar sus problemas, y, al menos, les servía de desahogo. Por las noches me los transmitía a mí y yo notaba que no era feliz, que los sentía como si fueran propios y que añoraba sus años en los que ejercía aquello para lo que había estudiado. Y tanta confianza despertaba entre sus numerosos clientes, que una señora de avanzada edad y, por lo visto, adinerada, le ofreció el trabajo de conductor para ella exclusivamente. Tenía sus tiempos marcados y era mucho el que le dejaba libre, de modo que accedió, siempre provisionalmente.

Así fueron pasando diez años desde que nos casamos. Al poco tiempo me dieron la inesperada noticia para la que nunca hubiera estado preparada y fue tan terrible que trastocó mi vida. Entré en una depresión angustiosa y por dificultades de la empresa donde trabajaba, perdí también mi única fuente de subsistencia.

En realidad, a mí no me importó, pues era un verdadero calvario tener que acudir todos los días a la oficina dado mi estado de ánimo y fue una liberación despertarme cada mañana llorando desconsolada, sabiendo que no tendría que disimular ante mis compañeros. Durante una temporada viví de mis exiguas rentas y de un pequeño seguro que había contratado mi marido sin yo saberlo. Pero perdí mi piso y tuve que alquilar una habitación en la que a ruegos conseguí que admitieran a mi pequeño compañero.

Fueron días de espinas sin rosas, de llantos y amargura y para poder alimentar a mi colega, porque a mí me dejó de importar mi vida, quise seguir los pasos de mi marido y me “coloqué” en el metro, en el mismo lugar que él había estado ofreciendo sus canciones. Necesitaba saber lo que había ocurrido, sentir las mismas sensaciones que sintió él para descubrir si su despedida fue accidental o por su parte, intencionada.

Como yo no sé cantar, coloqué un CD con su voz y un cartel al lado del bote que decía “Ya no está pero nos ve desde el cielo”.  Así estuve cuatro meses, viviendo de lo que me querían dar, sin importarme mi situación, ni las gentes que me conocían y pasaban de largo fingiendo que nunca habían tenido contacto conmigo; cosa que yo agradecía pues me sentía incapaz de sonreír y de dar explicaciones.

Pero el aburrimiento, por raro que pueda parecer, iba a cambiar mi vida. Como no tenía otra cosa que hacer que ver pasar a la gente, me dediqué a escribir lo que veía, a contar lo que sintió él y lo que yo sentía. Así me integré en el mundo de la escritura y descubrí que me apasionaba, que podía expresar en papel todos mis pensamientos y las vivencias pasadas.

Y un buen día lo entregué en una editorial sin ninguna esperanza de que fuera elegido. A la semana siguiente me llamaron. Me vestí con el único vestido que todavía conservaba y me dieron la noticia de que iba a salir la primera edición de mi libro. Fue un éxito de ventas y con el dinero que gané me alquilé un pisito luminoso para poder seguir escribiendo. Al año siguiente, había publicado el segundo con la octava edición del primero y logré una caseta de promoción y venta en la feria del libro del Retiro.


Hoy vivo en un ático de los que siempre soñé con mi perrito de compañero. Pero he cambiado de idea y voy a conservar las fotos y las ropas del único hombre que amé. He intentado dos veces deshacerme de ellas, pero no he podido en ninguna de las dos.  Es mejor que las destruyan al mismo tiempo que las mías.

Ahora estoy segura de que sin su ayuda no hubiera podido sobrevivir anímicamente, pues él me dio fuerzas sobrehumanas para salir del atolladero. Lo que nunca sabré es lo que provocó el accidente que nos separó, pues la policía nunca encontró  causa que lo motivase. Fue la señora mayor la única que me dio una pista. Me dijo que ese día se encontraba muy abatido, que su objetivo en la vida no era el de ser taxista, ni repartidor, ni “boy” de niñas casaderas, ni cuidador infantil, que había estropeado la vida de su mujer sin expectativas de darle lo que ella se merecía.

Si hubiese esperado un poco más, la vida nos estaba reservando un plazo más largo para plantearnos nuestro futuro, aunque, quizá, mi futuro lo forjó su ausencia.

Nunca te olvidaré amor mío,  no me hacen falta tus ropas ni tus fotos porque te llevo esculpido en mi corazón y tu recuerdo aviva mi pensamiento para reflejar en las páginas de un libro lo mucho que me diste y lo mucho que te quiero.






Conchita Alonso – Noviembre de 2.013


21 dic 2013

43.- Raimundo... Feliz Navidad 2013/2014







Raimundo nos quiere felicitar la Navidad y contarnos algunos de sus pensamientos. Todo un erudito en “reflexiones” y en el tiempo ¡La climatología que tanto influye en el estado de ánimo!
Para seguir decorando las palabras de Raimundo sobre la Navidad y la amistad, he puesto un vídeo musical. “Friends will be Friends” como ya conoceréis algunos, es una maravillosa canción interpretada por el señor “Freddie Mercury” que fue fundador de la banda de rock “Queen”.  En ella nos dice algo tan relevante como que: (Los amigos serán amigos hasta el final)  y es que hay mucha vida plasmada en ciertas canciones, están cargadas de emoción y reflexiones personales; como diríamos en la clase de informática, son: Favoritos de carpeta ¿Qué sería de nosotros sin la música, verdad? pero más importante aún ¿Qué sería de nosotros sin la amistad?
Y sin más, dejo constancia de las entrañables palabras del compañero.

Muchas gracias Raimundo por tus colaboraciones FELIZ NAVIDAD .

 


Había antes una frase que decía: (no sé si se sigue diciendo)… -¿Cuándo hemos comido juntos? Esta frase lo que quería decir es: “Que no nos conocemos lo suficiente”.  Me refiero a que estamos llegando a unas fiestas de Navidad en las que todos intentamos tener una cena, una comida, etc. Pues de hermandad, de compañerismo, etc. Y es que la gente comiendo se siente más entusiasta y se abre más de su vida y se disfruta en compañía de amigos, por eso nos conocemos algo más.
Deseo que todo el mundo pueda disfrutar de estas fiestas y con el nuevo año venga con mejores deseos, sobre todo la salud. 



¡Yo sé! ¡Qué sé! que aunque amanezca el día nublado en mi interior buscare el resplandor para animarme lo mucho o lo poco que me pueda pasar en el trascurso del día. El son es necesario pero como se suele decir: "Al no haber pan buenas son tortas" pues es lo que pienso, si está nublado espero que salga el sol y animarme que no hay que bajar la guardia al desánimo. Disfrutar al máximo y encontrar la felicidad, todo con respeto.




“Con niebla no hay escarcha” es un dicho del tiempo como tantos otros, pero la frialdad de la vida se puede corregir con buenas energías y fundir el frio que nos entristece y agranda el corazón. El ejercicio mental y corporal se encargara de tu cuerpo calentar y del sol aprovechar y pasa del frio mental que no hay niebla en tu vida.





Cuando te estén llegando las canas, no cambies nada de tu vida, sigue igual que antes pues es un signo más de los muchos que hay en la vida que a todos nos va mermando poco a poco y sigue disfrutando cuanto puedas; también te las puedes teñir y disimularlas y como si nada… ¡A vivir con ganas!







Feliz Navidad_ Raimundo






16 dic 2013

42.- Revista cultural El Candil nº3


Revista semestral de literatura “El Candil” Diciembre 2013. Año 2. Nº 3
Desde el Centro de Mayores de Entrevías.



Con el beneplácito de Juan Díaz, editor de la revista, la presento en Aquí nos vemos y os invito a leerla, yo misma he tenido el placer de descubrir lo que narran los escritores. Artículos que abren las puertas a la reflexión, a la aventura de viajar y a las vivencias; porque están presente las autobiografías. Retratos de sapiencia y bagaje que emocionan de principio a fin. Me ha parecido magnífico que incorporasen sus historias, vestigios con argumentos consolidados llenos de personalidad. ¡Cuánto sentimiento reflejan los escritores! 


Muy agradecida Juan por compartir con nosotros toda la emoción que tenéis y sabéis plasmar muy bien. Gracias a todos los colaboradores/escritores.


Equipo de Elaboración:

Todos los componentes-alumnos de este taller, con su monitor J. Ortega.
Y con asesoramiento y participación de nuestro nuevo colaborador
A. Bolívar.

Colaboradores en este número:

Luciano Carracedo, Isabel Alcorta, Leo Castaño, Ángeles (de Pepe),
Hna. Rosalía, A. Risco, Amalia Oliver, Emilio Blanco y
Aurelio González (De Alfolí)

Sumario:

Que es nuestra revista 3
Viajes y Excursiones 4
El Traductor 8
Biografía de Fdo. 9
Biografía de E. Zola. 10
Biografía de J. D. 11
Reflexiones. 12
Pinceladas. 13
Biografía de J. L. Sampedro. 15
Aniversario de Fdo. 16
P. T. Raimundo. 17
Historia. 18
Saber Estudiar y R. Cna. 19
Llego el otoño y Vida. 20
T. de Literatura. 21
A. Despertar y el huerto. 22
Nuestro Barrio y Coplas. 23
Violencia de Género. 24
Sna. De Mayores y Sdad. 25
Teatro Agrucha. 26
César se va. 27
Cosas de Madrid. 28
Veluka. 29
Cantabria. 30
El Embargo y V. de Madrid. 31


Revista semestral de Literatura " El candil"

1 dic 2013

41.- XXVIII Semana de las Personas Mayores del distrito Puente de Vallecas









Hola a todos

Aquí nos vemos alza el telón para presentar un  pequeño/gran reportaje de algunos de los eventos que se han celebrado del 25 al 29 de noviembre con motivo de la XXVIII Semana de las Personas Mayores del distrito Puente de Vallecas.

Quiero agradecer a Dña. Eva Durán Ramos, Concejala Presidenta, por contar con  su presencia en este humilde blog. Eva es una persona sencilla y muy agradable, de estas personas que se dejan querer. Gracias Eva, un placer verte y bienvenida siempre.

Y ahora vamos con los protagonistas ¿Semana de las Personas Mayoresss? ¡Nooo!, ¡¡Semana de artistas vallecanos!! rezuman arte por los cuatro costados, nos han deleitado ¡y de qué manera! con: teatro, poesía, rondallas, conferencias, pintura, coloquios, cuentacuentos, gastronomía ¡menudas tapas! sevillanas, bailes de salón, chotis, homenajes, etc. etc.

Vicente Martin  (profesor de Marquetería & Reportero gráfico) enfoca el objetivo con todo su entusiasmo, hace unas fotos estupendas. Muchas gracias Vicente por tu aportación fotográfica en este evento. Un gran colaborador ¡¡otro artista!!


Espero que os guste. Y desde el otro lado de la cámara… saludos y mis mejores deseos para todos.



¡¡¡Muchas felicidades a todos los artistas!!!




Inauguración  y las actuaciones del grupo de variedades:

Agrucha “Dando alegría de Nuevo” 


Inauguración













Exposición de pintura de Dña.Teresa Sarrión del Centro de Navacerrada 

















 Actuación de la rondalla del Centro Alto del Arenal.










Actuación del grupo de bailes de salón del Centro de Navacerrada
en en el Centro Casa del bulevar

























Actuación del grupo de bailes de salón/sevillanas de Casa del bulevar en la iglesia de San Ambrosio











Compañía de teatro La Remonta, obra: “Mi mujer es el fontanero”











Festival de Tapas con la participación de los siete Centros de Mayores  del distrito





















Clausura de la XXVIII Semana de Mayores























Vicente Reportero