14 dic 2019

142.- Javier Ayllón... "Tu Luna"

   




Tu luna fría, 
hierática  y azulada.

Luna triste surgiendo a escondidas
en el ocaso del día, 
entre fustes desnudos, 
otrora dorados…
de los álamos del río.

Altiva asciende
por las terreras difusas desvaídas,
entre grises neblinas,
cruelmente nos anuncia
el final del dulce otoño,
la llegada de los fríos,
escarchas en el pelo, 
días de enero,
y sus solitarias noches,
interminables y eternas.

El búho ulula
y navega entre sueños…
inquietos de soles y amaneceres, 
cálidos y primaverales. 

Javier Ayllón

13 nov 2019

141.- José Peña González... "Diálogo intemporal"


(Divertimento literario para personas inteligentes)

Aquí nos vemos presenta a nuestro nuevo colaborador: catedrático del derecho Costitucional -Don José Peña González- licenciado en Derecho, Ciencias Políticas, Historia Contemporánea, Ciencias de la Información en la Universidad Complutense. Profesor, Decano, Videcano y un largo etcétera de títulos académicos, premios y distinciones, además de publicar muchos libros, porque también es escritor.

¡Bienvenido José a esta humilde morada!

Muchísimas gracias por tu aportación al blog... MSol 






En un lugar imaginario del infinito. Dos hombres cambian impresiones aparentemente sin impresionarse lo mas mínimo. Ambos están fuera de nuestro círculo y apenas se conocieron entre si, lo que no es obstáculo para que se admiren. Una absurda guerra los distanció, y una muerte prematura impidió que se trataran. 
Parecían sin embargo encajar perfectamente y en cierto modo eran complementarios. Siguiendo una extraña lógica el joven murió pronto y el mayor se acercó a la ancianidad. Dos lustros les separaban del momento final. Por ambos sufrió y lloró media España y no siempre la misma. Y de los dos quisieron aprovecharse al máximo, especialmente después de muertos, incluso falsificando sus biografías. 
De su imaginaria conversación recogemos estos fragmentos que transcribimos. -Usted y yo estamos mas cerca de lo que pueda imaginarse, decía el filósofo. El intelectual alza la voz y señala con el índice, con la fuerza de un imaginario puntero académico a su interlocutor. Pensar y torear son actividades distantes y distintas, que sin embargo presentan muchos puntos comunes. Y en cualquier caso no me negará usted la sintonía que siempre ha existido entre nuestros gremios.
- Yo, por el contrario, contesta el torero, le veo a usted como muy superior. Entiéndame como lo digo. Nunca he pensado que un hombre que casi pasó de refilón por la escuela, pueda compararse con los que no solo han pasado por ella sino que “han sentado cátedra”, como les oigo decir. Enseñar a los demás todo lo que usted sabe debe ser muy hermoso y reconfortante. Mi escuela fue la calle y mi universidad la vida misma. Mi doctorado el albero de una plaza, que era para mí la culminación de aquellas tientas nocturnas aprendiendo a conocer las vaquillas tras la cerca de fincas  próximas a Córdoba, a las que nos acercábamos los chiquillos que llevábamos el veneno del toreo en la sangre.    
-No debe usted sentir complejo alguno de inferioridad, contesta D. José. Carecer de títulos académicos no significa que le falte una inteligencia despierta y un asombroso sentido común. Y, además, el contrapunto de esa humildad de conocimientos de la que hace gala, le permite a usted y a los hombres de sus casta, captar lo que de nosotros pudierais aprender, antes de lo que lo harían desde otras profesiones. Por otra parte, su profesión, tan próxima a la mía, también otorga el doctorado a quien lo merece. Y si no recuerdo mal, usted se doctoró en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla con sobresaliente cum laude de la mano del maestro  Chicuelo y con Gitanillo de Triana de testigo. 
-Pero eso es otra cosa. Nunca seremos iguales. Porque usted será siempre maestro, y servidor no dejara nunca de ser alumno en el campo del saber, aunque eso si, dispuesto en todo momento a aprender de los que como usted saben mucho y lo comunican mejor a los que poco sabemos.  
 -Nos unen muchas mas cosas de las que nos separan. Usted generosamente me llama maestro. Yo también lo considero así. Lo importante en la vida es alcanzar la cumbre en aquello a lo que cada cual se haya inclinado por vocación o por obligación. Acuérdese de su antecesor en el Califato, el Guerra,  y su contestación al Rey Alfonso, cuando lo confunde con un obispo. “Yo en lo mío he sido el Papa”, sentenciaba el segundo Califa. Siempre he desconfiado de lo que llamo el hombre-masa. Un número más en el grupo,  del que apenas se distingue. Pero ese no es su caso. Usted es mucho más que eso. Es un hombre élite y para ello no hacen falta títulos académicos ni expedientes universitarios. Basta con tener el señorío que revela una exquisita sensibilidad ante la vida y ante la muerte. 
-Dice usted cosas muy bonitas, pero no acabo de entenderlas, ni entenderle. -Lo que le quiero decir es que cada uno es lo que representa. Y Usted es el icono de una época en la historia de nuestra Patria. Es el artista que llena el sueño político de la autarquía, el hombre que ayuda a sobreponerse de la angustia de la guerra y la posguerra. El hombre total que se alzaba sobre una sociedad que primero le idolatra y después, en una costumbre tan hispana como repetida y cainitica, le abandona. Mientras se dio la conjunción hombre-sociedad, usted fue todo. El líder indiscutible. Un periodista de la época que firmaba como K-Hito le llamó acertadamente El Monstruo. Primero en “Dígame” y después en “El Ruedo”. Mire, continua el intelectual, le puedo asegurar que “toda vida es secreto y jeroglífico”. Y que al final vivir no es sino estar dignamente en el mundo y eso lo ha hecho usted de forma admirable. Con su estilo de morir nos ha enseñado a vivir. Se vive como se muere y usted dio la lección de pundonor todos los días y de modo especial aquella tarde linarense del 28 de agosto de 1947. Cuando usted salía de España y del mundo para la gloria, para instalarse en ese “espacio inefable”, como diría Le Corbusier, en el que los dos nos encontramos,  yo pretendía volver a nuestra  patria de la que había salido al inicio de la guerra civil. 
-Se nota que a usted le gustan lo toros.-Pues claro que si. Yo puedo decir como usted que me viene de casta. Mi padre en su juventud había fundado una revista taurina que llevaba el nombre de “El Chiclanero”. Desde muy niño fui a la plaza y del coso de Los Tejares guardo muy buenos recuerdos. De mayor toreaba de salón y, según Zuloaga, lo hacia mejor que nadie. Se hizo famosa una media lagartijera que trace en el aire con una servilleta de las de “antes de la guerra” en la comida organizada para que nos conociéramos Ignacio Sánchez Mejias y yo en el Hotel Palace de Madrid. Por si faltaba poco,  pasé mi infancia en Córdoba, como usted, y fue en esta ciudad,  casi imposible de llegar a penetrar en su esencia ultima, donde capte el “hondón” de la vida nacional que usted rubrico con  solo 30 años. Mas tarde fueron muchas mis estancias cordobesas porque a mi madre el invierno de Córdoba le sentaba bien para su corazón. 
-Pero no nos engañemos. De las primeras letras  pasó a las últimas. De alumno a catedrático. De aprendiz a maestro, mientras yo jugaba  en la Plazuela de la Lagunilla. -No renuncie nunca a ello. Mantengase fiel a su origen y su primera escuela. Eso le da un matiz especial  y hace de usted un ser distinto. A la Universidad van muchos. En la excelencia, que se puede encontrar incluso en la calle, quedan muy pocos. Un día escribí sobre mi mismo lo siguiente. “Quien quiera crear algo  tiene que ser un aristócrata de la plazuela. Yo he querido que mi obra brote en la plazuela intelectual que es el periódico”.  Una vez me atreví a decir que había nacido sobre una rotativa y lo tomaron a broma, cuando pocas veces yo había hablado tan en serio. Y usted es un  verdadero aristócrata, un señor del silencio y la mesura, en una tierra que es una “fabrica de soledad” como no hay otra en el mundo. 
-Creo, responde el artista,  que la única verdadera aristocracia es la del talento, ese que a usted le sobra y a tantos no nos llega ni al tobillo. -Se equivoca. 
Aristócrata es el que llega a la esencialidad y pocos como usted lo han conseguido. Sus palabras y sus gestos son la expresión del Arte con mayúscula. “Se habla como se es y se torea como se habla”, se dijo de El Guerra. En su caso también como “se calla”. Y usted, igual que los ermitaños de su tierra supo ser “hablador de soledades”. En la verticalidad de su toreo me recordaba los cipreses de las ermitas y con su silencio grave el contraste, muy cordobés, de “las campanas parladoras” que rompieron el silencio de Córdoba cuando usted iba a hombros camino de su casa a encontrarse con su madre, después de Linares. Cuando Córdoba toma conciencia de haber perdido a su héroe, la sensibilidad artística de la ciudad hace que brote ese sancta santorum de la poesía española de la postguerra que es la revista poética “Cántico”. Salio cuando tenia que salir y cuando podía hacerlo. 
Para colmar  un hueco y rellenar el vacío que dejó su marcha. Los versos de los poetas cordobeses venían a llenar la ausencia que se cuajó en Linares. Desde Jaén a su casa en la proximidad del paseo de la Victoria. Su casa, que fue la mía, levantada por mi padre el año 1890 en la calle Moriles nº 5 ,hoy Cervantes , casa que  nosotros vendimos a los Cruz Conde y estos a Usted. 
En ese domicilio cordobés aprendí que la claridad mental, tan abundante en su ciudad, es la cortesía del filósofo y nada es más nítido y transparente que la claridad esencial de su toreo. Córdoba ha estado muy presente en mi vida personal y familiar. Una prima mía, por la línea de los Gasset estaba casada con un Carbonell, apellido muy conocido en la ciudad de los califas. Vea cuantas coincidencias en nuestras “travesías vitales”. -Gracias, Profesor. Usted me halaga con sus palabras y me confunde con sus metáforas, como ustedes dicen. -No lo crea. 
Quiero solo decirle que es la síntesis perfecta de una ciudad difícil. Mezcla de señorío y pueblo, de actitudes ortodoxas que se dan la mano con la heterodoxia, de una mezcla de contrarios que supo encontrar en su muerte el “enigma” de su vida. Los hombres como usted no mueren. “Los matan”, como gritaba el critico García Prieto cuando lanza al mundo la noticia de su muerte. ”Ya estarán contentos los chacales” añadía el emulo de Sobaquillo. Yo me había prometido muchas veces escribir una Tauromaquia. Fiel a mi costumbre de siempre  tenía ya hasta su titulo cuando aun no había empezado a escribirla. Se llamaría “De Paquiro a nuestros días”. Es decir a Usted. Yo le veía como la representación plástica del senequismo. 
A un tiempo sumando la dignidad intrínseca de la persona con  el protagonismo del personaje y su condición  de héroe de la tragedia final que envuelve su vida. Para  mi la vida se resumía en un  ejercicio de hombreidad. Lancé a la palestra del ágora intelectual aquello de “Yo soy yo y mi circunstancia”. Su “yo” encontró el final en la circunstancia de un asta de toro que pondrá el colofón a la tragedia que ha ido escribiendo desde que dio sus primeros pasos en esta arriesgada profesión. 
-Es hermoso oírle desde esta tierra de nadie. Yo en vida escuche lo que no está en los libros. Desde los mas encen- didos elogios hasta los mas injustos improperios.
-Es el precio de los anticipadores. Usted fue un líder en una sociedad agarbanzada. Y eso se paga. Como habrá oído, yo soy filósofo, esa extraña profesión al decir de Rafael El Gallo, que en su genialidad la define con un  escueto: “Hay gente pa too”. Y conozco el zarpazo de la envidia, tanto como usted. Porque en eso también coincidimos. Usted, como yo, es también filósofo de la vida y la muerte. Usted inventó la grandeza del hombre frente al toro. El  Sócrates de la Fiesta. Esa es su grandeza.- ¿Quién es el tal Sócrates?, pregunta el torero. 
- El más grande de los grandes. Introdujo el ser humano, el hombre, en la especulación filosófica.  A partir de ahí nada humano puede resultar ajeno y el hombre, el ser humano en su radical existencia, se transforma en el canon y medida de todo. El Hombre será la medida de todas las cosas, de las que son y de las que no son, decían los maestros de la vieja Grecia. Cuando la humanidad se olvida de esta elemental y precisa regla sobreviene la catástrofe. Usted es un autentico humanista. Y encima añadió, por si no fuera bastante, el ejemplo sublime de entregar voluntariamente, igual que Sócrates, su propia vida por ser fiel a sus principios. 
-Eso le llamo yo coherencia. Y no sabia que la había inventado ese hombre genial cuyo nombre es la primera vez que oigo. Cuando se  abría la puerta de chiqueros la única idea que bullía en mi cabeza era precisamente esa. Ajustar mi faena ante el noble animal a lo que dictaba mi cabeza e incluso mi corazón. Y sabia que lo había conseguido cuando desde la arena lograba yo transmitir al publico esa impresión. Fijando las zapatillas en el albero se proyectaba hasta el tendido una especie de hilo invisible que ataba al torero con el público y el bravo y bello animal en medio de ambos. 
-Precisamente por eso usted tenía que acabar como acabó, contesta el intelectual. Y por ello me atrajo siempre su figura. Pensaba en usted cuando repensaba mi inexistente Tauromaquia.  
En su verticalidad haciendo juego con la horizontalidad del toro y encontrándose en el punto medio de unas coordenadas  que solo saben hallar los grandes artistas, centraba yo el secreto ultimo del arte de Cuchares. De siempre me había  obsesionado con llegar a conocer y explicarme cual es la realidad ultima de lo que llamamos la fiesta nacional. La esencia y núcleo del toreo y creía que apoyando mi construcción intelectual en su manera de concebir el toreo lo había encontrado. Porque a su arte indiscutible había que añadir su “forma de ser”, su estilo personal. La coherencia y la honestidad que en usted tienen un alto precio. Ya quisiera yo que entre los míos, los que asumimos con orgullo nuestra condición de intelectuales,  abundaran los que piensan y actúan como usted.  Parece que fueran escritas para definir su estilo de vida aquellos versos geniales de Rafael Montesinos. 
Con ellos y mi intemporal abrazo pongo punto final a este dialogo en el que tanto he aprendido. Decían asi:
“Que nadie se llame a engaño.Todo el que vive por dentro. Por dentro se va matando”
 .
Porque usted no murió en la aciaga tarde de un día de San Agustín, el mas clarividente de los Padres de la Iglesia. Fue muriéndose poco a poco desde la misma fecha de su nacimiento, cuando se crió tras una lóbrega orfandad paterna y en el protector regazo de Doña Angustias lo que le marcaría para el resto de la vida. Su muerte estaba como escrita de antemano en una especie de ceremonia casi fatalista muy acorde con la cultura de su tierra. Y llegó en el momento justo aunque no fuera el deseado. En esto como en todo marcando pautas. 
A su claridad, casi de filosofo cordobés, une su puntualidad, la cortesía de los Reyes, pues  no en balde usted lo es de la toreria.  Era en última instancia el sacrificio de una minoría selecta que no acepta la dictadura del hombre masa. Usted había significado hasta su muerte el esplendor y auge de las minorías. Lo que yo llamo épocas Kali. Después de Linares se inicia una decadencia-las famosas épocas Katri-, en las que lo creativo en lo intelectual y artístico tiene que tomarse un respiro para superar el agotamiento a que le llevó el que hombres como usted la pusieran a tan considerable altura. 
Ahora queda esperar, y confío en que en el mundo del toro y en la mayoría de las facetas de la vida, surjan genios capaces de ser y actuar como modernizadores intelectuales que, llevados de su imperativo de modernidad creadora, vuelvan a ofrecer tardes como las que usted rubricaba con su muleta o transmitía con su estilo de hidalgo traspasado de senequismo. Y en Córdoba, la ciudad de las guerreras gentes y de sabiduría clara fuente, como reza uno de sus motes heráldicos, tengo la certeza de que será hacedero porque con la cultura almacenada en tantos siglos de historia, lo posible ya esta hecho y  lo imposible lo saben hacer posible.       
Como ustedes han podido comprobar estamos ante un hipotético e imaginario Dialogo en el mas allá entre Manolete y Ortega y Gasset.

Por la trascripción, José Peña González.
Universidad CEU-San Pablo.
Madrid, 2008.

31 oct 2019

140.- Javier Ayllón... "El bosque ripario"






El tractorista pasa el arado por el barbecho, "arañando" con sus metálicos y chirriantes aceros las blandas arcillas. 
Huele a tierra húmeda mezclada con efluvios de hierba recién segada. Una "semana" de garcillas bueyeras, le sigue tras lo labrado, son siete, como los días de aquella, pero no respetan el orden establecido: el domingo se cuela entre el martes y el jueves -tras una jugosa lombriz de tierra-, el sábado hace lo propio con el viernes - tras una atolondrada langosta-, es la ley de la supervivencia y esta no sigue ordenes previamente establecidos. 
Destaca su plumaje níveo, entre las ocres arcillas, y su bailoteo tras los surcos recién formados por el arado. El tractorista me saluda con el brazo, pero sigue impasible el ritmo que le marca lo labrado y lo que le resta: los ocres van dominando a los tonos verdosos de las semillas reverdecidas tras las pasadas lluvias. 
De la madre Gaia, profanada y herida, por el acero de los arados, surge un vaho cálido que engrisece  y entristece el paisaje dándole un tono tenebroso y a la vez romántico, semejante a las neblinas ligeras y tenues de los otoños que se esconden en la memoria de mi niñez. El Sol comienza su ocaso en un horizonte cubierto también por neblinas lánguidas, grises, frías y lejanas. 
En un zarzal de la orla del bosque ripario, denoto la florescencia otoñal del mismo: flores solitarias, flores de otoño, fugaces, delicadas y tristes, flores estériles e infecundas: no existen insectos que las abracen y las den calor en las ya frías noches de octubre. 
La noche nos abraza de regreso, entre los álamos del río. Los paisajes nos unen a nuestro pasado y a nuestros recuerdos, son el telón de fondo de nuestras vivencias.
Javier Ayllón 

1 oct 2019

139.- Arévalo... "Ni redentores ni dogmáticos"


Se acabó el verano y arrancamos en este "veratoño" con un interesante artículo de nuestro colaborador Arévalo.  Muchas gracias por tu aportación en esta tu casa.




En el siglo XIX el llamado siglo de la industrialización, se caracterizó por ser un periodo de grandes cambios; la economía sufrió trasformaciones seguidas de dos fuertes revoluciones industriales. En política, surgieron las revoluciones burguesas, que habitaron con las nuevas corrientes de pensamiento entre el idealismo absoluto, los nacionalismos juntos con el movimiento impresionista, que fue el que a la postre se impuso; ayudados por los grandes avances de la tecnología, como la cinematografía y la animación.

El siglo XX al que me incorporé en su mitad, estaban de moda por decirlo de alguna manera los fascismos y los comunismos, con diferentes marcas y señales; tan arraigados estaban, que la sociedad en su mayoría estaba alineada en uno de los dos bandos; si, aunque ahora nos parezca mentira. Tan convencidos y dominadores estaban, sus dirigentes, que estaban dispuestos a redimir al resto del mundo, que utilizaron la fuerza y sus métodos dictatoriales para llevar al resto de la humanidad; a dos guerras mundiales con las consecuencias que tantas veces hemos oído, (sesenta o setenta millones de muertos) no vamos a discutir el número exacto, porque tampoco lo podemos saber.

Creo que los causantes de los males de este siglo, sin duda fueron por un lado los nacionalismos excluyentes, junto al fascismo y el comunismo. Unos queriendo imponer sus dogmas y otros querían redimirnos de los abusos del liberalismo; lo que supuso unas políticas dictatoriales tanto a derechas como a izquierdas, que coincidían en tener una personalidad autoritaria, cerrada rígida y temerosa con independencia de su ideología.

Sin embargo, a pesar de estar atravesando periodos de franca decadencia, en la mayoría de los países de Europa, estas corrientes están reducidas a pequeños grupos de nostálgicos y exaltados que no se han enterado de que su tiempo ha pasado y tenemos ejemplos de lo que está ocurriendo ahora en España tratando de hacerse oír tanto los unos como los otros, sin pararse a pensar que la sociedad ha cambiado.



        ¡EN DEMOCRACIAS FUERTES NO HAY REDENTORES!

                                                  Arévalo 


28 jul 2019

138.- Javier Ayllón... "El verano"


 Dicen que los girasoles bailan… ¿será que siguen al sol?. 

Gracias Javier por tu colaboración. ¡Feliz verano a todos!






El verano,

ese tiempo que casi...

todo el mundo desea locamente que llegue

- que rico verano decía mi madre-

y cuando lo hace,

nos abrasa y aplana,

pero,

como lo que dura poco,

deseamos que no se vaya,

por lo menos que lo haga lentamente.



Amor de estío,

ardiente pero corto,

banal y superfluo

“Summertime”  
                                          Javier Ayllón







20 jul 2019

137.- MSol..."Vivir"




Hablar de palabras no es suficiente,

hay que sentirlas, pensarlas y vivirlas.


El mejor lenguaje, a veces es un beso

espontáneo y fugitivo como la ocasión,

como caminar y sentir que no estás solo,

sin miedo.


Vivir en la rutina es costumbre y certidumbre,

es, vivir con suspiros de anhelo.



Una eterna burbuja de protección

nos sumerge en la existencia del temor,

porque el miedo paraliza, detiene,

no deja sitio para el amor,

se aposenta hasta en los pliegues de nuestro vestido,

deriva inacción en lo nuevo, o lo desconocido.



Vivir es crear momentos,  un aprendizaje necesario,

así que, construye la memoria con lo no vivido,

para tener futuras nostalgias.



¡Vive!

llevas el sol dentro,

¿Qué importa si llueve?




                        MSol 20/7/2019

2 jul 2019

136.- MSol..."Reflejos en Blanco y Negro"







La belleza no se viste de color,
se escapa del cajón de sastre
donde un clavo cuelga todo,
estrangulando al arco iris.

Las retinas se cautivan de reflejos
que apaciguan los retratos,
en blanco y negro,
una sombra persigue a otra,
y están de acuerdo,
tiempo no les falta.

Existe un vergel sin color
de huellas imborrables,
silencios encadenados
arrugas marcadas,
y besos de ternura.

Miradas quietas en calles surrealistas,
casas que caben en el bolsillo,
muros de contrastes,
escaleras sinuosas,
  esquinas con sonrisas...
desfilan en la galería de alquiler.

Blanco y negro no crecen
como la luna menguante,
ambiguos en un mundo sin estridencias,
reflejos en blanco y negro
con vida propia.


                        MSol -  2/7/2019