Recuerdo
cuando era niño en las largas clases de religión que el bueno de Don Ángel, mi
maestro, nos deleitaba tratando de explicar el origen del pecado original,
cometido en el Paraíso Terrenal. Causa de nuestras desgracias eternas para
remediarlo, se inventaron el bautismo y como nuestra madre Eva nos dejó esa
desdicha a todo el género humano.
Cómo niños no acabábamos de comprender, que estando viviendo en el
paraíso; el mejor jardín del mundo donde no les faltaba de nada, pudieran
cometer semejante pecado, como fue comerse una manzana que es uno de los
mejores frutos. Pero ¿por qué Dios se lo prohibió a nuestros primeros padres?
Esto parece el cuento de Caperucita y el lobo.
¿Cómo
es posible que durante siglos la iglesia nos haya tenido engañados de esta
forma y como lo hemos creído como dogma de fe?
¿Si
lo de Eva fue tan grave, como calificaríamos a Francisco Javier el cura de
Vélez Málaga con todas las golferías que nos cuenta la prensa y que no es cosa
de reproducir?
¿Cómo
es posible que a nuestros primeros padres les castigaran tan duro por comer una
manzana y al párroco de Melilla, su castigo fue darle otras parroquias y
ocultar sus fechorías? Con el paso del tiempo la sociedad ha ido cambiando, los
medios de comunicación, libre ya de las ataduras de la censura, cuenta con datos
seguros; y ahora sabemos de cosas de este tipo que han ocurrido siempre; la
iglesia lo ha ocultado y lo sigue ocultando. Que torpeza porque eso se volverá
contra ella.
Acabo
de escuchar TV entrevistas con personas que han sufrido abusos en los colegios religiosos
y la verdad siente uno vergüenza ajena. He escuchado testimonios de personas
mayores de abusos en colegios religiosos contados con datos difíciles contar en
primera persona, sin ruborizarse.