134.- Arévalo "Dios me libre del día de las Alabanzas"
Desde la muerte de Alfredo Pérez
Rubalcaba (el diez de mayo) saqué algunas conclusiones que me llamaron
poderosamente la atención. El cómo coincidimos sino todos la mayoría, en juzgar
a las personas en el momento del fallecimiento; tratamos de olvidarnos de su
curriculum, que puede haber de todo en la vida del hombre; pero ese día todo
se perdona; te conviertes en un juez benevolente al que, le eximes de toda
culpa al que acaba de fallecer.
La
muerte que en nuestro discurrir por la vida, tratamos de olvidarla, como si no
fuera con nosotros, pero, que cuando llega a nuestros amigos, familiares,
vecinos etc., tratamos de ser indulgentes; olvidamos todos los datos negativos
que a lo largo de nuestra vida pueda parecer malo y por eso, es el momento de
reconocer algunas virtudes y olvidar algunas circunstancias negativas que pueda
haber a lo largo de nuestra existencia.
Creo sinceramente a tenor del
funeral de estado, de la unanimidad de los medios de comunicación, que, con
gran profusión de fotografías y comunicados, su vida pública, fue de una talla
de político, de prestigio, con servicios muy importantes realizados en momentos
difíciles de la vida política de nuestro país; que han destacado los medios de
comunicación. Y también pudimos apreciar como el numeroso público asistente a
la “capilla ardiente” en el Congreso de los Diputados, como los compañeros
viejos y actuales de su partido le homenajeaban; y los aplausos que le
prodigaron al despedirse de él, a su salida del Congreso en la Carrera de San
Jerónimo.
Quiero resaltar que casi todos los
políticos del arco parlamentario visitaron la capilla ardiente, acto que supone
la confirmación, a una labor de su vida dedicada a la enseñanza y a la
política, con un reconocimiento unánime del político que ha contribuido a
servir al pueblo que lo eligió.
Por eso he elegido este título tan
sugerente que solemos utilizar con socarronería con comentarios como este, en estos casos.
Arévalo
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